15 de marzo de 2013

SOBRE EL NUEVO PAPA.

jueves, 14 de marzo de 2013 
Luis Zamora: "Bergoglio trató a los jesuitas de subversivos"
MDZOL
A fines de 2011 el abogado querellante y ex diputado de izquierda Luis Zamora interrogó al entonces cardenal Jorge Mario Bergoglio en relación al secuestro de dos curas jesuitas en tiempos de la dictadura militar.

MDZ Radio habló con Zamora con respecto al tema.

Los sacerdotes jesuitas Orlando Yorio y Francisco Jalics fueron secuestrados a pocos días después de instalarse en el país la dictadura militar de 1976.

Por el hecho, en 2010 le llegaron al abogado Luis Zamora antecedentes que vinculaban al cardenal Jorge Mario Bergoglio con el episodio.

Los curas antes mencionados, al momento de ser secuestrados, dependían de Bergoglio pues el cardenal era el superior de los jesuitas en la región.

Según Zamora y otros querellantes, el ahora papa Francisco quedó directamente implicado en el episodio por sus declaraciones, ya que en opinión del ex diputado izquierdista el prelado "mintió", al mostrarse reticente con la información al respecto de su conocimiento sobre la suerte de sus subordinados.

Zamora, en la entrevista a MDZ Radio, explica que el cardenal no pudo justificar por qué esos dos sacerdotes quedaron en una situación de desamparo y expuestos.

Además, según cotejos con los dichos de Bergoglio y posteriores declaraciones de los militares dirigentes de facto Jorge Rafael Videla y Emilio Eduardo Massera, se contradicen las versiones porque mientras el cardenal adujo que nunca había tenido oportunidad de reclamar por la suerte de sus jesuitas ante la cúpula militar, Videla y Massera lo mencionan en un par de reuniones que ellos tuvieron con la dirigencia católica de la época.

En cambio, Bergoglio dijo que por allegados al poder se enteró de que Jalics y Yorio estaban secuestrados en dependencias de la Escuela de Mecánica de la Armada. Según su versión, el sólo le comunicó la situación a sus superiores.

Según Zamora, el actual papa Francisco habría sindicado a Jalics y Yorio como elementos de acciones subversivos, algo que Jorge Mario Bergoglio se encargó de desmentir posteriormente en su libro "El Jesuita".  

jueves, 14 de marzo de 2013 

El nuevo Papa colaboró con la dictadura militar argentina
Por Ernesto Carmona (MAPOCHOPRESS)
Jorge Mario Bergoglio, antiguo Arzobispo de Buenos Aires (Argentina), jesuita dedicado a la docencia durante muchos años, nacido en Buenos Aires en 1936, delató ante los servicios de inteligencia de la dictadura militar encabezada por Jorge Rafael Videla (jefe del ejército) y Emilio Massera (jefe de la marina) a los sacerdotes jesuitas Francisco Jalics, Orlando Yorio, Luís Dourrón y Enrique Rastellini.

Según un documento facsimilar obtenido por Horacio Verbitsky para su libro “El Silencio” y difundido en las redes por el historiador chileno Sergio Grez, Bergoglio acusó personalmente a Jalics de “actividad disolvente en Congregaciones religiosas femeninas (conflicto de obediencia)” ante un esbirro de apellido Orcoyen. El informe policíaco dice que el sacerdote Jalics fue “detenido en la Escuela de Mecánica de la Armada el 24 de mayo de 1976-noviembre 76 (6 meses) acusado con el padre Yorio (como) sospechoso de contacto guerrillero”. Jalics y Yorio fueron secuestrados, estuvieron desaparecidos y salieron en libertad. La jerarquía católica argentina no se distinguió por defender los derechos humanos bajo dictadura, como lo hizo la chilena.
La periodista chilena Nancy Guzmán aseguró en las redes que el pasado oscuro de Bergoglio en Argentina se debe a que lo acusan de colaboración en la detención de un laico y dos sacerdotes sometidos a tortura y desaparición en tiempos de la dictadura militar que comenzó en 1976. Aunque no hay una sentencia sobre el caso, cinco testimonios atestiguaron la relación del nuevo Papa con estas desapariciones. El periodista Horacio Verbitsky ha sido el investigador más interesado en sacar a la luz las pruebas que pudieran relacionar a Bergoglio con estos episodios de la "guerra sucia" en Argentina.

No obstante, las relaciones de Bergoglio con la dictadura no terminaron ahí, ya que posteriormente las Abuelas de Plaza de Mayo reclamaron ante la Justicia argentina por su implicación en el robo de bebés, concretamente en el caso de la nieta de Alicia de la Cuadra, una de las fundadoras de aquella asociación.

En 2009 mostró su lado más caritativo cuando en una homilía afirmó que la deuda social es "inmoral, injusta e ilegítima", especialmente "en una nación que tiene condiciones objetivas para evitar o corregir tales daños, pero que lamentablemente pareciera optar por agravar aún más las desigualdades".

No obstante, su perfil se vuelve de nuevo oscuro cuando meses más tarde, en pleno debate sobre el matrimonio homosexual en Argentina, el entonces cardenal declaró: "Está en juego la identidad y la supervivencia de la familia: papá, mamá e hijos". Sobre este mismo asunto añadió: "No seamos ingenuos: no se trata de una simple lucha política; es la pretensión destructiva al plan de Dios. No se trata de un mero proyecto legislativo (éste es solo el instrumento) sino de una 'movida' del Padre de la Mentira que pretende confundir y engañar a los hijos de Dios". Esta postura le valió un duro enfrentamiento con Néstor Kirchner, entonces presidente de la nación argentina, dijo Guzmán.

El caso Von Wernich

La iglesia católica, y en particular el cardenal Bergoglio, defienden aún a Christian Von Wernich, confesor del ex Jefe de la Policía Bonaerense Ramón Camps, detenido desde septiembre de 2003 y acusado de numerosos homicidios y múltiples privaciones ilegales de la libertad y torturas, durante la dictadura militar argentina, en diferentes Centros Clandestinos de Detención, delitos por los que está procesado en la ciudad de La Plata.

Está probado que Von Wernich es culpable de los crímenes de que le acusan y de las mas desagradables prácticas, como justificar las torturas y los asesinatos, o pedirle dinero a los familiares de los desaparecidos con la falsa promesa de conseguir su liberación, escribió en las redes C. Pintol.

Ante todo esto, la única declaración de la iglesia fue para confirmar que este delincuente sigue integrando sus filas. De hecho, la Iglesia Católica ayudó a Von Wernich a escapar a Chile donde fue reubicado bajo un nombre falso en una parroquia. Sin atender a estos hechos el cardenal Bergoglio aludió al juicio como una persecución calumniosa a la Iglesia y llamo traidores a quienes “maldicen el pasado”. En cambio llamo a perdonar lo que fue pecado e injusticia.

El sociólogo y ex decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA Fortunato Mallimaci dijo refiriéndose a Bergoglio “Hay una postura en el arzobispo en el sentido de reivindicar lo que fue la dictadura. Lo ha hecho antes y lo hace ahora cuando dice que no se revise el pasado”. Esta declaración estaría sustentada por la adhesión enviada por Bergoglio al acto organizado por Cecilia Pando en homenaje a las “victimas de la guerrilla”, el reclamo de una amnistía para los militares procesados por intervenir en la represión ilegal y su intento, de la mano de Duhalde, por terminar la revisión de los crímenes de guerra acuñando el nefasto slogan “Memoria completa”.

En "El silencio", Horacio Verbitsky informa que el cardenal habría entrado en contacto con una organización nazi-fascista llamada Guardia de Hierro lo que habría implicado relaciones especiales con Emilio Massera, jefe de la marina y co-gobernante con el dictador Jorge Rafael Videla. En el mismo libro se trata con más profundidad y se aportan pruebas a la denuncia ya hecha ante la Iglesia y dictadura por Emilio Mignone.

El 23 de mayo de 1976 la Infantería de Marina detuvo a cuatro jesuitas a cargo de Bergoglio: Orlando Yorio, Luís Dourrón, Enrique Rastellini y Francisco Jalics. Yorio, quien confirmó el contacto entre Bergoglio y Massera, estaba convencido de que fue el actual cardenal quien lo entregó a los militares e incluso pudo haber presenciado alguno de los interrogatorios.

Bergoglio les habría pedido a Yorio y Jalics que abandonaran la villa donde trabajaban, al negarse estos habría hecho saber a los militares que no los protegía más y pocos días después fueron raptados. Esta versión se correspondería con documentación descubierta por Verbitsky en la que se informa que “Este sacerdote (Jalics) fue un subversivo, que tuvo problemas con sus superiores y que fue detenido en la Escuela Mecánica de la Marina”.

Es por esto que hay quienes dicen que Bergoglio es “un maquiavélico felón que traicionó a sus hermanos y los entrego a la desaparición y la tortura por la Junta Militar en aras de una insaciable ambición de poder”. Así Bergoglio llama al olvido y califica el juicio a Von Wernich de calumnia, por que sabe que él es el próximo. Esperemos que en vez de “llamar a perdonar” pida perdón, que es lo que en realidad le corresponde, concluyó C. Pintol.

Otras revelaciones sobre Bergoglio en dictadura

Según el portal "Informeurbano.com.ar" (1), el médico Lorenzo Riquelme, hoy de 58 años y residente en Francia, dice que la patota que lo secuestró y lo torturó en 1976 salió de la sede principal de la Compañía de Jesús, donde vivía y era principal responsable el superior provincial Jorge Mario Bergoglio. Riquelme tenía militancia en la Juventud Peronista y en el movimiento cristiano vinculado con los curas del tercer mundo. Para averiguar dónde encontrarlo golpearon a su novia, que trabajaba en el Observatorio de Física Cósmica de San Miguel, dentro del predio del Colegio Máximo.

Riquelme cree que se trató de un grupo operativo de la Armada que tomó posiciones allí después del golpe. En esos apremios participó un sacerdote que con autorización de Bergoglio era capellán militar de la Escuela de Suboficiales General Lemos, en la vecina guarnición de Campo de Mayo.

El ex jesuita Miguel Ignacio Mom Debussy, hoy de 63 años, hizo los votos el 13 de marzo de 1976 y Bergoglio fue su padrino de ordenación el 3 de diciembre de 1984. En los viajes entre San Miguel y la Ciudad de Buenos Aires en los que le hacía de chofer, Bergoglio le habló del proyecto político del jefe de la Armada, Emilio Massera, y le comentó que se había reunido con él varias veces.

El mago González

El Observatorio fue un lugar de encuentro de la militancia en los últimos años de la década del 60 y los primeros de la siguiente. Mucha gente de la zona almorzaba en su comedor, que era muy barato, y pasó a ser punto de reunión y de discusiones políticas. Entre quienes pasaron por allí estuvo Marcelo Kurlat, El Monra, uno de los dirigentes de las FAR, que luego del golpe murió al resistirse al secuestro por el grupo de tareas de la ESMA.

El periodista Horacio Ríos trabajaba en la Municipalidad de San Miguel (hoy General Sarmiento), militaba en la JTP e integraba la comisión directiva del sindicato municipal. Su madre y su hermano trabajaban en el Observatorio. Ríos ayudó a crear una comisión interna (sindicato) muy combativa, que entre 1973 y 1975 logró importantes reivindicaciones. Los jesuitas no estaban muy conformes con que la efervescencia política en la que habían participado afectara sus propias instituciones.

La esposa de Ríos era Graciela Podestá, quien entre 1999 y 2003 fue diputada bonaerense por el Frepaso. El ex jesuita Alberto Sily narra que poco antes del golpe muchos científicos y técnicos del Observatorio recibieron cartas con amenazas de la Triple A y cinco de los principales se exiliaron, en Uruguay y en México. Podestá y Ríos recuerdan a un jesuita de apellido español, que no trabajaba en el Observatorio pero vivía en el Colegio Máximo, que siempre “llegaba con dos tipos armados con FAL”.

Ese fue el sacerdote que participó en los apremios a la novia de Riquelme. Su nombre era Martín González. Mientras la golpeaban, González le sugería que colaborara. “El torturador malo y el torturador bueno”, dice Riquelme. Antes que comenzara a operar la Triple A ese sacerdote se comportaba “como una ovejita” pero luego del golpe “pasó a ser un lobo”, dice Graciela Podestá.

Mom Debussy se sorprendió al conocer ese rol. “Lo considerábamos muy bueno. Nos divertía con sus actos de prestidigitación. Cuando murió lo afeité y lo coloqué en el cajón”. Para Riquelme fue más que una sorpresa: “Era como si mi padre me hubiera traicionado, como una violación. Nosotros teníamos una agrupación de scouts, de la que González era capellán. Hacía magia, nos sacaba pañuelos de la oreja, nos enseñaba los trucos”. Ambos consideran imposible que estos hechos pudieran ocurrir sin aprobación de Bergoglio, quien ejercía un control absoluto sobre todo lo que ocurría en su sede.

“Cuando asumió como provincial, en julio de 1973, mudó la curia provincial, que estaba en la calle Bogotá, de Caballito, al Colegio Máximo, para controlar mejor a los novicios y a los profesores. Allí se apropió del departamento del rector, y lo redecoró. Constaba de despacho, dormitorio y baño. Decía que cada uno es libre de hacer de su culo un florero, pero controlaba todo, desde la mentalidad a lo que hacías, se metía en las habitaciones individuales, revisaba cada cosa”, relata Mom Debussy.

Mom Debussy se define como “la oveja negra de una familia de la oligarquía”. Por vía paterna desciende de Juan Martín de Pueyrredón y su abuelo materno era hermano del músico francés Claude Debussy. Su madre fue fundadora de la Democracia Cristiana, “de la línea garca de Manuel Ordóñez”. Eligió ser jesuita porque se llamaba Ignacio y era “la orden más aristocrática y combativa”.

Riquelme, en cambio, proviene de una familia humilde y creció en el Barrio La Manuelita, a pocas cuadras del Máximo. “Pasaba el día con los jesuitas”, evoca. Cuenta que en “el pequeño Vaticano” que era San Miguel “todos se conocían. También los milicos vivían allí. Iban a misa en el Colegio Máximo y sus hijos estudiaban en los colegios católicos. Muchos militantes del Peronismo de Base vivían en el Barrio Villa Mitre y trabajaban en el Colegio Máximo, durante los años culminantes del progresismo católico, en 1972 y 1973.

Había también ex seminaristas. Estaban en comunidades orientadas por el sacerdote italiano Arturo Paoli”. Bergoglio se encargó de suprimir ese fenómeno. En la primera congregación provincial que presidió, en abril de 1974, dijo que los jesuitas debían evitar lo que llamó las “ideologías abstractas no coincidentes con la realidad” y reaccionar con “sana alergia cada vez que se pretende reconocer a la Argentina a través de teorías que no han surgido de nuestra realidad nacional”.

Mom Debussy recuerda que hacia fines de 1974, “Bergoglio nos mandó a una manifestación de Isabelita en la Plaza de Mayo”. María Estela Martínez de Perón salió al balcón “vestida de rosa y habló de anular contratos con la Siemens. Al frente de nuestro grupo puso al maestro de novicios Andrés Swinnen. Tuvimos que ir todos con una bandera argentina”.

Bergoglio era amigo personal del coronel Vicente Damasco, a quien visitaba en su casa de la calle Asunción, en Villa Devoto. Damasco fue encargado de la custodia de Juan D. Perón y profesor de Planeamiento y Organización en la sede San Miguel de la Universidad jesuita del Salvador. Con el asesoramiento de Bergoglio elaboró un proyecto de reforma constitucional. El primero de sus ocho principios orientadores decía que “la Divinidad es la medida de todas las cosas”.

El proyecto de Massera

“Ahora dice que viaja en subte y colectivo. En la larga década en que yo lo serví no iba a ningún lado sin el auto, ni siquiera a los barrios que estaban a pocas cuadras, como La Manuelita”, refuta Mom Debussy, quien subrayó y anotó su ejemplar de El jesuita, la autobiografía que Bergoglio acaba de publicar en su descargo. Los viajes más largos eran entre San Miguel y la Ciudad de Buenos Aires. Varias veces le comentó encuentros con el miembro de la Junta Militar Emilio Massera.

“Me dijo que quería proteger a los novicios y estudiantes (dos veces aparecieron milicos cuando yo estaba en el noviciado, nos hicieron salir, nos apuntaron. Después no nos acosaron más). Estaba en negociaciones con él porque quería que la Marina comprara el Observatorio de Física Cósmica, lindero al Colegio Máximo”. No se llegó a un acuerdo y en diciembre de 1977 lo compró la Fuerza Aérea. Varias personas que trabajaban allí “fueron secuestradas y cuando recuperaron su libertad, fueron despedidas por Bergoglio”, dice Riquelme. “Hay quienes dicen que los protegía, porque les pagó el último sueldo”.

A Mom Debussy, Bergoglio también le habló en los viajes del proyecto político de Massera.

-¿Con simpatía?

-Seguro que con disgusto no. Le parecía bien que fuera contra Videla.

Yoga y oración

En La Manuelita estaba la parroquia Jesús Obrero. Allí se instaló el sacerdote Jorge Adur, quien era integrante de Montoneros, con tres seminaristas de la orden asuncionista que estudiaban teología en la Facultad que funcionaba en el Máximo. Con Adur tenían un vínculo afectivo pero no político, porque “para ellos toda la política era el diablo. Nos lo habían dicho a los pibes del barrio para desaconsejarnos la militancia. Meditaban diez horas por día, hacían yoga y oración. Pensaban irse a la Patagonia por un año a meditar. Eran contemplativos, como Jalics”, dice Riquelme.

Dos de esos seminaristas, Carlos Antonio Di Pietro y Raúl Eduardo Rodríguez, fueron capturados el 4 de junio de 1976, en un operativo del Ejército y la policía con armas y uniformes a la vista. Adur no había ido a dormir esa noche al barrio. “Por la mañana los vecinos se turnaron para esperarlo en la parada de colectivo y avisarle para que se fuera.” Diez días después, “un grupo del Ejército me levantó a mi y a Haydé Balmaceda, de la Unidad Básica de La Manuelita, que era ayudante de una clínica. Creo que el lugar al que nos llevaron era una comisaría, a veinte minutos del Camino Negro, donde nos tuvieron encapuchados. Tenía celdas, baño y sala de torturas, con electricidad. Nos torturaron y nos preguntaron por esos curas y por la posta sanitaria de Montoneros”. Dos días después los sacaron en un camión, a las 4 de la mañana. Riquelme se cayó sobre una persona, que le preguntó:

-¿Quien sos?

-Lorenzo.

-¡Que suerte, no quería morir sola! -le respondió Balmaceda.

Los llevaron a un descampado y los hicieron arrodillar. “Yo quería morir de pie y gritando alguna consigna heroica como en las películas. Pero tenía la garganta cerrada. Me pegaron un empujón y se fueron. Pensé que estaba muerto. Haydé me decía que nacimos de nuevo el mismo día y que la gordura la salvó de que la violaran.”

Guardias con FAL

Durante los días de ausencia de Riquelme, el capellán Martín González le dijo a su novia: “Este se fue a curar guerrilleros”. La detuvo en el Colegio el grupo de marinos que se habían instalado en el Observatorio. Mientras le pegaban, González participaba. “Decí dónde está, mejor que hables porque si no no puedo hacer nada por vos”.

Riquelme se había refugiado en la casa de una compañera de facultad, hija de un militar. A las nueve de la noche la novia no pudo resistir más. Lo llamó por teléfono al número que él le había dado, le preguntó dónde estaba y le pidió que la esperara allí. “Veinte minutos después caen y me levantan. Encapuchado, me llevan hasta una casa operativa, creo que en Bella Vista. No me creían que ya había estado secuestrado, me torturaban y me decían que había estado curando gente.” A la madrugada lo sacaron de allí. Uno lo asía del brazo.

-¿Qué va a pasar? -preguntó Riquelme

-No sé, están decidiendo -le respondió.

Lo llevaron hasta una ruta y lo tiraron en una zanja. “Cuando se van me levanto, camino y reconozco que estoy a 200 metros del Colegio Máximo, en el barrio que está enfrente.” Recién días después, Riquelme pudo hablar con su novia. “Me cuenta que me entregó porque González le dijo que colaborara. Yo lo conocía desde que fui boy scout. Siempre venía de la Escuela Lemos con chofer en una F100 del Ejército, acompañado por dos guardias con FAL. Nunca pude acercarme para hablar con él.” Graciela Podestá recuerda que el sacerdote de apellido español comentó: “Espero que esto sirva de lección”.

El uso de armas era habitual en el predio jesuita. “Bergoglio nos mandaba a hacer guardia nocturna con carabinas .22 y balas de plomo, cuando se recuperó la pileta de natación de los fondos del Máximo y hubo algún intento por bañarse de la gente del barrio aledaño, donde hacíamos catequesis y visitábamos las casas”, recuerda Mom Debussy. Riquelme fue uno de los jóvenes que lo intentaron. “El hermano Rivisic me tiró con la 22, porque me metía en la piscina. Me pasó cerca de la pierna y me dijo que la próxima vez me tiraba a pegar”, recuerda.

Almuerzo con granadas

En el Observatorio “había gente izquierdosa. Mariano Castex llevó ahí a muchos profesores de Exactas reprimidos en la noche de los bastones largos, curas progres, ex seminaristas. La Marina lo limpió. En 1975 hubo un Congreso controlado por el SIDE y la Marina”, dice Riquelme. Sus recuerdos coinciden con los de Mom Debussy. Ellos no se conocen y las entrevistas se realizaron por separado.

“Bergoglio invitaba al Colegio Máximo a oficiales de Campo de Mayo, que venían de uniforme. Una vez llegaron varios con ropa de combate y unas granadas redondas colgando. Los recibió en el comedor viejo del tercer piso, que después el mismo Bergoglio clausuró. Estábamos cenando y llegaron con un capellán”, recuerda Mom Debussy. Podestá y Ríos cuentan que en el barrio corren historias sobre cuerpos enterrados en las adyacencias del Colegio Máximo y su viejo cementerio. Según esa leyenda un cuidador del Colegio y varios vecinos vieron fantasmas de gente sangrante.

Después del segundo secuestro, Riquelme se fue a vivir en una casa de la calle Malabia al 1400, en la Ciudad de Buenos Aires, que pertenecía a la Faternidad de Hermanitos del Evangelio Charles Foucauld. Allí vivían los curas Jesús y Mauricio Silva Iribarnegaray. Mauricio trabajaba como barrendero municipal.

El 22 de mayo de 1977, Riquelme se fue de la Argentina hacia Francia, donde aún vive. Su hija, nacida en París, se apasiona por entender aquella época. Desde hace dos años estudia Ciencias Políticas en la Argentina. “Mauricio me acompañó al aeropuerto. A él lo secuestraron quince días después”, y sigue desaparecido. En París, participó en la denuncia de las atrocidades de la dictadura. “Adur estaba deprimido. Algunos padres le escribieron que era un sinvergüenza que vive en el dorado exilio y a mi hijo lo mataron. Por eso aceptó ese rol ridículo de capellán del llamado Ejército montonero. Lo secuestraron en 1980 cuando llegó con documentos falsos e intentó ir a Brasil para acercar a las Madres de Plaza de Mayo al papa”.

Desde París, Riquelme le hacía el control telefónico. Cuando Adur dejó de llamar, Riquelme avisó a los asuncionistas, que son dueños del diario La Croix, pero recién al cabo de una semana aceptaron publicar una nota en condicional. “Me decían que Adur sabía lo que le podía pasar. Jesús también sabía, les contesté”.
Notas: 
1) http://informeurbano.com.ar/NUEVAS-REVELACIONES-SOBRE-EL-ROL-DE-BERGOGLIO-EN-LA-DICTADURA-/1561/

jueves, 14 de marzo de 2013 
Un Papa revolucionario, ¡sí, claro! 
Por Alejandro Frias (MDZOL)
Bergoglio fue elegido por un selecto grupo de 155 que no querrá que las cosas cambien mucho.

Tomemos dos ejemplos de líderes internacionales, Barack Obama y Joseph Ratzinger.

Cuando Obama se perfilaba como futuro presidente de la potencia militar más importante del mundo, del país capitalista por antonomasia, muchos quisieron ver en el próximo ciclo que se vendría un cambio que llevaría a Estados Unidos a una posición más próxima a lo que el concepto de lo que históricamente era una persona negra podía hacer presumir.

Esclavizados, empobrecidos, marginados, los negros estadounidenses fueron ícono de la libertad, de la búsqueda de una identidad, de recuperación de las raíces de su pueblo. Y de ahí derivó la imagen que se tuvo de Obama, la de un hombre que venía a revolucionar la historia. Claro que pocos se acordaban en ese momento de Cosoleezza Rice (o pocos al menos hacían esa relación), una de las más duras secretarias de Estado que la historia del país norteamericano había tenido. Y claro que lo primero que hizo Obama fue decepcionar a esos ilusos.

Por otro lado, tras la muerte de Juan Pablo II, el cónclave de obispos eligió como su sucesor a Joseph Ratzinger, un cura que, además de estar ligado a las instituciones residuales de la Inquisición, de niño había pertenecido a las juventudes nazis.

De nada sirvió por entonces que se divulgaran registros fotográficos de esa juventud nacional socialista, pues no hubo ninguna crítica desde la Iglesia. De hecho, Benedicto XVI llegó al papado con la impronta de ser un intelectual, un hombre que antes que de acción, era de opinión. Estaba claro, entonces, que era lo que pensaba Ratzinger lo que lo llevó a dirigir el catolicismo, importando demasiado poco su pasado relacionado con la ideología que quería exterminar todo lo no ario.

Jorge Bergoglio fue elegido ayer como el nuevo Papa. Y su pasado está peligrosamente relacionado con la dictadura militar que desapareció a 30.000 personas y expropió a cientos de niños, además de llevar al país a una guerra sin sentido y declarar que los argentinos éramos derechos y humanos. Hay documentos que prueban su conocimiento de la expropiación de bebés en nuestro país y que, por lo tanto, prueban su connivencia con el gobierno de facto.

De hecho, gran parte de los representantes en Argentina de esa Iglesia que ahora comanda Francisco tenían conocimiento de lo que sucedía en el país por entonces, incluso, colaborando en interrogatorios previos o posteriores a las torturas. Y ni hablar de los curas asesinados o castigados por su proximidad a una idea de justicia social.

Y de eso nunca la Iglesia hizo un mea culpa.

Como Ratzinger, Bergoglio tiene su pasado oscuro, y la verdad es que eso no debería sorprendernos, porque si hay algo que las altas cúpulas de la Iglesia católica han hecho históricamente es ocultar sus fallas, aunque con poco cuidado a la hora de al menos disimular su demonización de lo distinto.

Entonces, está claro que no es muy posible que llegue a la cima del poder católico un revolucionario. Puede que se trate de un hombre al que, como Bergoglio, se lo haya visto tomando un subte, viendo un partido de fútbol, acompañando los reclamos de las ONG contra la trata de personas, un porteño simple que se embarró los zapatos para estar al lado de sus fieles. Puede que se trate de un tipo sencillo, pero si ha llegado hasta donde lo ha hecho no ha sido por elección popular, sino por la decisión de un selecto grupo de 155 hombres que, justamente, una de las cosas que evaluaron a la hora de nombrar al nuevo Papa era que debía ser alguien capaz de acercar a la Iglesia a la gente, de la que se distanció tanto a causa de su relación con la venta de armas, con varios genocidios, con la pedofilia y demás.

No es un hombre que esté al frente de una institución que lo eligió para perder su poder. Por el contrario. La necesidad de una revisión en el seno de la Iglesia llega tras años de ocultamiento de todo lo que en los últimos años ha salido a la luz, y es justamente una imagen de proximidad a la gente común la que, sin duda, ha querido dar el Vaticano con la elección de Bergoglio.

Como Benedito XVI, Francisco tiene un pasado del que va a preferir no hablar. Y como Obama, recibe sobre sus hombros esperanzas de cambio que, se sabe, no será tal, porque para llegar hasta donde llegó debió contar con el apoyo de quienes, como decía Mafalda, tienen el chupetín por el palito, y a ellos, se sabe, no les gusta mucho que las cosas cambien radicalmente.

jueves, 14 de marzo de 2013
Sucesión vaticana: El prontuario de la asamblea papal 
Por Pablo Rieznik (PRENSA OBRERA)
En momentos en que cerramos la edición de Prensa Obrera se anunciaba que el ex arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio, es el nuevo Papa. No figuraba entre los candidatos más probables. Benedicto XVI había renunciado como consecuencia de una onda incontenible de escándalos y corruptelas en el Vaticano. Bergoglio ya había obtenido en el cónclave anterior una altísima votación, en oposición a Ratzinger, por quien manifestaba un gran rechazo.

El ahora Francisco I emerge cuando numerosos obispos son reclamados por los tribunales del mundo por su complicidad en los crímenes más aberrantes contra miles de niños y jóvenes en una geografía muy extendida. Un jesuita al frente del Vaticano es una novedad. En América Latina representa al bloque anti-bolivariano, que llega a la cúspide enseguida de la muerte de Chávez. El kirchnerismo le ha pegado duro y lo ha acusado de complicidad con los Videla, mientras Bergoglio hacía lo suyo patrocinando los cacerolazos. La crisis abierta con la sucesión de Benedicto, que ahora tiene su costado “argentino”, quedará planteada con amplitud. Va a haber mucha tela para cortar, “urbi et orbi”.

Signo de los tiempos. El bastión del oscurantismo y la reacción se desmorona, dejando expuesta una podredumbre sin límites. El propio cónclave, consagrado a la elección del nuevo Papa, comenzó sus sesiones condicionado por el “informe secreto” que habría motivado la renuncia de Benedicto, el cual contendría revelaciones lapidarias sobre el involucramiento de la cúpula de sotana en los más aberrantes crímenes y latrocinios.
Cuanto más se acercaba el cónclave y su pompa fastuosa y decadente, más crecían “las voces maliciosas que hablan de causas judiciales, escándalos cajoneados o incompatibilidades de uno u otro de las candidatos al sillón de Pedro”. Los enjuagues que rodean el rito formal de la elección “secreta” del sucesor de Benedicto podrían, según el mismo vaticanista, tener un efecto simplemente “devastador”, según lo estampó en su nota en la primera plana de Corriere de la Sera. El hombre confirmó que los propios electores no pudieron conocer el “informe secreto” y que el “secretismo” se ha transformado en explosivo, porque ni siquiera el poco más de un centenar de electores que lo integran conocen lo que está en manos de un puñado de personas de la curia romana, cuya información “puede ser utilizada para culpar a uno u otro candidato, para influir una tendencia o directamente condicionar el resultado del cónclave”.

El día anterior, otro diario italiano, La Repubblica, hizo conocer las declaraciones de un hombre de la “Santa Sede” que, sin dar a conocer su nombre, hizo saber que existe un gran número de funcionarios que poseen más documentos no revelados sobre las más variadas trapisondas y crímenes, que podrían ver la luz si se elige un Papa que no encare una gran “limpieza” en la cima del poder eclesiástico. Pese a todo lo que se conoce, entonces, la cosa recién comienza.


En estas condiciones, la asamblea reunida para decidir la sucesión papal se parece más a una reunión de Alí Babá y sus compinches que a la reunión de un grupo de gerontes con aire celestial. Lo confirma el hecho de que luego de la renuncia de Benedicto se conocieron los movimientos de numerosas asociaciones de víctimas de curas pedófilos que reclamaban que fueran separados del cónclave algunos de sus conspicuos representantes.


Es el caso revelado por un editorial del diario mexicano La Jornada, de la Red de Sobrevivientes de los Abusados por Sacerdotes, que presentó un lista de doce cardenales señalados por haber encubierto a curas pederastas, y pidierion a la Iglesia su exclusión de la asamblea papal. En México, un grupo de víctimas de pederastia reclamó que se hiciera lo propio con el arzobispo primado Rivera Carrera, protector del capo de tutti capi en esta materia, y su compatriota Marcial Maciel, titular de la comunidad Legionarios de Cristo. Otro grupo similar, esta vez en Italia, solicitó lo mismo en relación con el cardenal italiano Domenico Calcagno, presidente de la Administración del Patrimonio de la Santa Sede y protegido del cardenal Tarcisio Bertone, a cargo de la “Sede Vacante” desde la renuncia de Benedicto. Don Calcagno está acusado de proteger a un violador serial de la región de Liguria. Antes, un movimiento similar se había presentado en Estados Unidos contra el cardenal Roger Mahony. Nadie les dio pelota. Rivera Carrera, Calcagno y Mahony… votan ahora en Roma.


Bajo este clima, algún comentarista caracterizó al cónclave de estos días como propio de la Omertá (como se designan los pactos de silencio en la mafia). Los trascendidos indicaron que las fracciones en pugna de la curia romana habrían acordado una suerte de protección mutua, agrupándose detrás de la figura del arzobispo de San Pablo -Odilio Scherer-, que sería proyectado como un nuevo jefe renovador a cambio de repartir los puestos clave de la cúpula de la Sede entre quienes lo apoyen. El hombre no sólo es definido como uno más de los “conservadores”, sino que conoce los entresijos de sus congéneres romanos porque hace tiempo que detenta un cargo en el disputado Banco del Vaticano.


Otro bloque estaría integrado por los norteamericanos y alemanes, los mayores financistas del Vaticano, que pretenden disputar los puestos de la cúpula con sus pares italianos, planteando una limpieza de la dirección vaticana. Se valdrían para esto, sin embargo, de un papable…. italiano, enfrentado a las camarillas más poderosas de la Curia Romana, bajo el manto de los arzobipos Tarcisio Bertone y Angelo Sodano. Se trata del arzobispo de Milán, Angelo Scola, un hombre de Comunidad y Liberación, una trenza derechista encumbrada durante el papado de Juan Pablo II. Ambos bloques, sin embargo, habrían llegado al cónclave sin conseguir los votos necesarios (77) para ungir al sucesor de Benedicto. En la negociata que precede a la fumata que anuncia la marcha de la reunión se verá cómo termina la historia. O mejor dicho, cómo comienza: los especialistas auguran un papado de “transición” y una guerra larvada que no quedará concluida con la elección del nuevo mandamás. Signo de los tiempos. Veinte años atrás, la Iglesia parecía renacer detrás de la novedad de un Papa polaco, que se forjó su fama como “viajero” y “carismático”, bendiciendo la restauración luego de la caída del muro de Berlín y la disolución de la ex URSS. El Vaticano y el imperialismo celebraban una conquista que el capital suponía una cura histórica para sus propios males. Dos décadas después, en la mayor crisis de su historia, con una Europa que se cae a pedazos, en el centro del viejo continente, la Iglesia acompaña el proceso con un colapso lleno de inmundicia. Nada celestial. Signo de los tiempos en una época de viraje histórico.


jueves, 14 de marzo de 2013

La Comunidad Homosexual Argentina (CHA) y Francisco I 
Frente a la elección como nuevo Papa de Jorge Mario Bergoglio -ahora Francisco I-, quien fuera Cardenal Primado de nuestro país en estos últimos y memorables años de enormes progresos en derechos civiles para nuestra comunidad, consideramos importante expresarnos: .

El nuevo Papa estuvo al frente de la oposición a la ley de matrimonio civil igualitario, llamando a su rechazo en nombre de una delirante guerra de Dios. Fracasó en su intento por frenarlo, así como tampoco pudo detener otro gran avance en el reconocimiento de nuestros derechos, como es la Ley de Identidad de Género. De igual manera, su rol en la dictadura militar, frente a las desapariciones y la tortura, la represión estatal y el robo de bebes, es duramente cuestionado.


El Estado argentino es laico, la separación entre Estado y religión es un principio republicano insoslayable. La base misma de cualquier sociedad que quiera vivir en paz y armonía entre la pluralidad de sus miembros está compuesta en lo religioso por católicos/as, agnósticos/as, judíos/as, evangelistas, ateos/as, islámicos/as, etc. La mejor garantía de imparcialidad y objetividad es el laicismo, que celebramos y promovemos.


Frente a dogmas que son imposibles de comprobar o discutir en un plano no-teológico nosotros oponemos “el dogma sagrado de la igualdad” del que nos hablaba el genial Mariano Moreno.


No son de nuestra incumbencia las cuestiones internas de la jerarquía de la Iglesia Vaticana, pero estamos convencidas y convencidos que seguir manteniendo y promoviendo principios fundamentalistas, no alienta a nuevos cambios ni esperanzas de inclusión y apertura, sino todo lo contrario.


Pedro Paradiso Sottile, Secretario de la CHA, manifestó: “Esperamos y luchamos por un mundo democrático, diverso y libre, sin discriminación alguna y esperamos también que el nuevo Papa se aleje de toda cruzada contra la democracia inclusiva y la libertad, como fue su marca en la Argentina de estos tiempos”.

Fuente:Argenpress



ESTELA DE LA CUADRA ALERTO SOBRE LA DESIGNACION DE BERGOGLIO
“Es la impunidad total”
Al ahora papa recurrió su padre en 1977, cuando su hermana Elena fue secuestrada durante la dictadura y dio a luz una niña que aún ignora su identidad. Bergoglio, entonces sacerdote, lo mandó a hablar con el obispo auxiliar de La Plata y se desentendió del caso.
Por Diego Martínez
“¿No amerita que diga qué pasó con Ana?”, planteó Estela de la Cuadra sobre Bergoglio.
En octubre de 1977, mientras Alicia Zubasnabar de De la Cuadra marchaba con las primeras Madres en Plaza de Mayo y organizaba la incipiente agrupación Abuelas Argentinas con Nietitos Desaparecidos, su esposo fue recibido por el sacerdote Jorge Bergoglio. Elena de la Cuadra había sido secuestrada en febrero, embarazada de cinco meses, y al momento del contacto con el provincial de los jesuitas sus padres sabían, por un anónimo y por un sobreviviente de la Comisaría 5ª de La Plata, que el 16 de junio había tenido una niña en cautiverio y que ya se la habían quitado. Bergoglio escuchó el relato del hombre a pedido del superior general de la Compañía de Jesús, padre Pedro Arrupé. En cuatro líneas derivó el tema al obispo auxiliar de La Plata, Mario Picchi, y se desentendió para siempre, según admitió al declarar en la causa por el Plan Sistemático de Robo de Bebés. Licha de la Cuadra se convirtió poco después en la primera presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, pero el cura tampoco se enteró: supo de Abuelas en 1985, durante el juicio a los ex comandantes, aseguró bajo juramento de decir verdad.

“Es un desastre, es la impunidad total”, reflexiona Estela de la Cuadra ante la consulta por la designación de aquel sacerdote como papa de la Iglesia Católica. Estela es hermana de Elena y tía de Ana Libertad, que aún ignora su identidad, y no sale de su asombro de tener que responder decenas de llamados de periodistas de todo el mundo sobre el pasado del flamante papa Francisco. “Pero hay que seguir luchando –propone–. Bergoglio tiene muchas explicaciones que dar. Hay que seguir reclamando para que se abran los archivos del Episcopado durante la dictadura y también los del Movimiento Familiar Cristiano, que tuvo íntima vinculación con la apropiación de niños. ¿Quién puede asegurar que ahí no figure el destino de Ana?”, se esperanza.

Bergoglio recibió a Roberto Luis de la Cuadra en San Miguel el 28 de octubre de 1977, según consta en la nota que escribió para que lo recibieran en el obispado platense. “Tuve una conversación por especial pedido del P. Arrupé”, le aclaró a Picchi. “El le explicará a usted de qué se trata y le agradeceré todo lo que pueda hacer”, apuntó. Los padres de Elena supieron desde el comienzo que estaba secuestrada “en los alrededores de La Plata” porque se los había dicho Emilio Graselli, secretario del vicariato castrense. Por el sobreviviente Luis Velasco y por anónimos que les dejaron bajo la puerta tuvieron la certeza de que la nieta había nacido. “16/6 la señora tuvo una nena, que no saben dónde está la nenita, los padres están bien, De la Cuadra”, decía un escrito que alguien les hizo llegar al día siguiente del parto.

El padre Picchi no tuvo mayores inconvenientes para conocer la verdad que miles de padres desesperados buscaban sin suerte. El dato preciso se lo aportó el subjefe de la Policía Bonaerense, coronel Reynaldo Tabernero, quien murió impune antes de llegar a juicio. El segundo de Ramón Camps le confirmó que la nena había nacido, que había sido entregada a un matrimonio que no podía tener hijos y que sobre el destino de Elena y su compañero Héctor Baratti “no hay vuelta atrás”.

Licha de la Cuadra, que también perdió en manos del terrorismo de Estado a su hijo Roberto José, siguió adelante y se convirtió en la primera presidenta de Abuelas. En 1999, en el Juicio por la Verdad ante la Cámara Federal de La Plata, su hija Estela relató por primera vez la breve gestión de Bergoglio. Volvió a recordarla en septiembre de 2007, en el juicio oral al capellán Cristian von Wernich. “Ese silencio de Bergoglio me indigna. ¿Acaso no tiene nada que decir?”, preguntó ante los jueces. Antes de ser condenado, Von Wernich invocó a Bergoglio para intentar ensuciar a los testigos del juicio. “El cardenal fue muy clarito”, advirtió. “Dice que el demonio es un testigo falso porque está en la mentira, no está en la verdad. Están preñados de malicia”, agregó. Bergoglio no acusó recibo de la invocación ni de la condena.

En 2010, citado por los secuestros de Orlando Yorio y Francisco Jalics en el primer juicio a represores de la ESMA, el cardenal declaró que supo de la existencia de Abuelas durante el Juicio a las Juntas. “¿Por qué no lo citan? ¿No amerita que diga qué pasó con Ana?”, preguntó Estela al año siguiente, en el juicio por el Plan Sistemático. Los abogados de Abuelas y el fiscal federal Martín Niklison hicieron el pedido y la jueza María del Carmen Roqueta, presidenta del tribunal, debió enviar las preguntas por escrito, privilegio de los altos dignatarios eclesiástico al que decidió acogerse el campechano Bergoglio.

El cardenal juró decir la verdad “por Dios y los Santos Evangelios”, recordó que Arrupé les recomendaba escuchar a quienes pedían ayuda “sobre la búsqueda de sus seres queridos”, pero la memoria le jugó una mala pasada. “No recuerdo los pormenores de la entrevista” con De la Cuadra, afirmó. “No recuerdo que me haya referido que su hija se encontraba embarazada”, escribió bajo juramento. “No recuerdo haber tenido conocimiento de las reuniones que podría haber realizado monseñor Picchi”, apuntó. Aseguró que no informó de la denuncia a otra autoridad que no fuera Picchi y admitió que no hizo ninguna gestión para ayudar a la familia De la Cuadra. Reiteró que supo de la existencia de Abuelas durante el juicio a los comandantes y no se privó de elogiarlas: “Han realizado y continúan haciendo una tarea ciclópea”.
Fuente:Pagina12


¿Quién es Jorge Bergoglio? 

"El 31 de julio de 1973, Bergoglio fue elegido provincial, que es el punto máximo del escalafón de la Compañía de Jesús, una orden caracterizada por la obediencia y disciplina cuasi militar. Un informe de inteligencia de la Side especializado en el seguimiento de los temas y los actores eclesiásticos de la época –que se conserva en un archivo de la Cancillería– sostiene que Bergoglio se proponía limpiar la Compañía de “jesuitas zurdos”. Una de sus primeras decisiones como Provincial fue entregar la Universidad del Salvador a una asociación civil formada por laicos que militaban en Guardia de Hierro junto con él. Hacia fines de 1974, el ahora cardenal entregó la Usal a dos dirigentes de Guardia de Hierro: Francisco Cacho Piñón, que fue nombrado rector, y Walter Romero, jefe del Estado Mayor de la poderosa agrupación política, como operador oculto en la Universidad. 
En ese sentido, el nombramiento de Massera como doctor “honoris causa” de la Usal se produjo casi exactamente un mes después de que los sacerdotes Orlando Yorio y Francisco Jalics fueron encontrados drogados y semidesnudos en un campo de Cañuelas. Los dos curas que desempeñaban su labor pastoral en una villa del Bajo Flores, habían permanecido casi seis meses secuestrados en la Esma. 

Durante el juicio a las Juntas realizado en julio de 1985, el sacerdote Orlando Yorio –que estuvo cautivo en la Esma entre mayo y octubre de 1976– declaró: “Bergoglio nunca nos avisó del peligro que corríamos. Estoy seguro de que él mismo les suministró el listado con nuestros nombres a los marinos”. 

El religioso –que falleció en agosto de 2000– repitió en más de una oportunidad: “No tengo indicios para pensar que Bergoglio nos liberó, al contrario. A mis hermanos les avisó que yo había sido fusilado, no sé si lo dijo como cosa posible o segura, para que fueran preparando a mi madre. Cuando quedé en libertad, Bergoglio me confesó que dos veces lo visitó un oficial de la policía para avisarle sobre nuestro fusilamiento. Fuera del país, en el New York Times se publicó la noticia de nuestra muerte, la Cruz Roja internacional tenía esa información”, narró Yorio. A su juicio, Bergoglio “tenía comunicación con el almirante Massera, le habrían informado que yo era el jefe de los guerrilleros y por eso se lavó las manos y tuvo esa actitud doble. No esperaba que no pudieran encontrar nada para acusarme ni que saliera vivo”.

El padre Yorio sostenía que Bergoglio estuvo presente en la casa operativa de la Armada en la que pasaron varios meses luego de salir de la Esma. “Una vez nos dijeron que teníamos una visita importante. Vino un grupo de gente a la que no pudimos ver porque estábamos con los ojos vendados, pero Francisco Jalics sintió que uno era Bergoglio”, afirmó el sacerdote. 

El padre Yorio no sólo se basó en las percepciones sensoriales de su compañero de cautiverio. El propio Bergoglio reconoció ante otros familiares haber visto a Yorio y Jalics durante su secuestro y dio detalles que resultaron ser correctos. 

En su libro Iglesia y dictadura, editado en 1986, cuando Bergoglio no era conocido fuera del mundo eclesiástico, Emilio Mignone lo mencionó como ejemplo de “la siniestra complicidad” eclesiástica con los militares, que “se encargaron de cumplir la tarea sucia de limpiar el patio interior de la Iglesia, con la aquiescencia de los prelados”. Según el fundador del Centro de Estudios Legales y Sociales, “en algunas ocasiones la luz verde fue dada por los mismos obispos”. 

Fuentes de Guardia de Hierro, la organización que más tarde se convirtió en el brazo político del masserismo, sostienen que Bergoglio intercedió ante Massera por los dos sacerdotes y que la distinción académica de la Universidad de El Salvador fue una contraprestación de Bergoglio al marino. Sin embargo, los testimonios de Yorio y Jalics desmienten esta teoría. Siempre aseguraron haber sido liberados gracias a una gestión del militante cristiano por los derechos humanos y ex presidente del Cels, Emilio Mignone, vía el cardenal Eduardo Pironio. 

El padre Yorio le tenía tanto miedo a Bergoglio que en 1992, cuando Antonio Quarracino lo nombró obispo auxiliar, Yorio se mudó al Uruguay, donde residió hasta su muerte. El controvertido y vidrioso papel que jugó Bergoglio en el secuestro de los dos sacerdotes le trajo consecuencias para su carrera. El año 1979 marcó otro capítulo misterioso en la vida de Bergoglio. Mientras la historia oficial asegura que en ese entonces el ahora cardenal estaba terminando su tesis en Alemania, otras fuentes sugieren que estuvo enclaustrado como castigo en un convento jesuita en algún país europeo. 

A mediados de 1988 lo confinaron a una parroquia de la provincia de Córdoba, donde sólo daba misa y confesaba. 

Otro de los puntos oscuros en torno a la vida de Bergoglio es que nunca quiso presentarse ante la Justicia. Cuando se realizó el juicio a las Juntas, Yorio pidió que compareciera y fue citado pero rehusó presentarse, argumentando que estaba enfermo en Córdoba. Esa actitud de Bergoglio explica las razones personales por las que ha volcado todo el peso de la Iglesia en contra de la revisión judicial de los crímenes cometidos durante la dictadura militar. 

Pero aquel confinamiento al silencio serrano fue interrumpido abruptamente en 1992 por la providencial llamada de Quarracino que lo nombró obispo coadjutor y su heredero cardenalicio. “Líbreme el Señor de alzar la mano contra el ungido del Señor”, era y es la frase de cabecera de este maquiavélico pastor de la Iglesia que traicionó a sus hermanos y los entregó a la desaparición y la tortura por la Junta Militar en aras de una insaciable ambición de poder." 
Jorge Bergoglio y el robo de bebes
Plan sistemático de robo de bebés: Declarará Bergoglio 

La Iglesia y la dictadura militar 
Acerca de la violencia y lo sagrado

El concepto de ‘guerra santa o justa’ legitimaba el asesinato, la tortura, la ‘recuperación’ de hijos de ‘subversivos’. La legitimación católica, sagrada a estos exterminios, quitaba culpa a los ejecutores.

Estos días se mencionó –una vez más– el conocimiento que tiene el actual cardenal de Buenos Aires Jorge Bergoglio sobre lo sucedido durante la dictadura, en particular sobre el robo de bebés. Su actuación como superior de la orden de los jesuitas en esos años le permitió tener un conocimiento amplio y directo de lo que sucedía.
Conocía el mundo de las FF AA, pues uno de sus objetivos personales era “evangelizar a los centuriones”, ya que se suponía iban a hacerse cargo por largas décadas de los gobiernos en América Latina.
Es fundamental que declare todo lo que conoce y que presente a la justicia los archivos institucionales completos de la Compañía de Jesús de esos años.
Y no estaría mal que se eliminen este y otros privilegios a las autoridades eclesiásticas.
El caso hay que verlo en un horizonte de sentido más amplio. Recordemos que –hoy, como ayer y como hace miles de años– hay múltiples memorias que se disputan conflictivamente el pasado del mundo cristiano.
En los testimonios de la CONADEP y en los juicios de lesa humanidad encontramos a un grupo de víctimas que se manifestaba católico –como la mayoría de la población– y afirmaba que su acción social, política, cultural o político-militar provenía de una ética católica que los había llevado a la acción solidaria con los pobres. Esa ética había sido socializada en parroquias y pastorales del movimiento católico fruto de la renovación y efervescencia de esos años.
Esa memoria católica exige que no haya impunidad, sino verdad, justicia y condena a los responsables.
Del mismo modo, los miembros de la Junta Militar o los grupos de tareas invocan –entre otros– a Dios y recomendaciones de sacerdotes para explicar esa “guerra contra el comunismo, contra la subversión”.
Sus familiares, defensores y el Círculo Militar piden “una memoria completa de lo ocurrido durante la agresión subversiva”.
Sería fácil utilizar categorías binarias: decir que unos católicos eran progresistas y otros reaccionarios; unos liberadores y otros opresores.
El tema es mucho más profundo dado que lo religioso, lo político y lo social tienen vínculos amplios y diversos imposibles de ignorar. Más que separar hay que recordar las complejas intersecciones entre esos espacios y las continuidades de lo cristiano-católico en el proceso histórico hasta hoy.
El concepto de “guerra santa o justa” legitimaba el asesinato, la tortura, la “recuperación” de hijos de “subversivos”.
La legitimación católica, sagrada a estos exterminios, quitaba culpa a los ejecutores, aliviaba la responsabilidad, justificaba la violencia para expurgar “los pecados de la sociedad”.
El asesinato masivo de “subversivos” agradaba a Dios y abría las puertas del cielo.
Muchos militares “confesaron”, mejor dicho, declararon en los juicios abiertos (otra vez se pasa de un registro religioso a otro de derecho) que no les era sencillo cumplir las órdenes de exterminio y pedían a algún sacerdote que los “bendijera” en esa misión “justa y santa”.
El religioso cumplía aquí el rol fundamental de autoridad sagrada por el vínculo personal con los victimarios.
Pero su “misión salvífica” no se acaba allí, también denunciaba. Los archivos de la DIPBA muestran informes de esos sacerdotes contra otros que asumían posturas sociales y políticas públicas contra la complicidad estatal-católica.
En la revista Puentes de la Comisión Provincia de la Memoria se publicaron numerosos testimonios: En el Pozo de Arana se vio al padre Luis Astolfi, capellán del Regimiento 7. El sacerdote Aldo Vara visitaba el centro clandestino de Bahía Blanca. En el campo de Guerrero vieron al vicario José Medina, que fue obispo de Jujuy. Federico Gogalá de la diócesis de San Miguel visitaba a embarazadas en Campo de Mayo. Quienes estuvieron en Caseros recuerdan a los padres Silva y Cacabelos, que ejercían la tortura psicológica, igual que Von Wernich.
Y las ex presas de Devoto escucharon a Hugo Bellavigna, a quien bautizaron ‘“San Fachón” decir “primero soy penitenciario, segundo capellán y tercero sacerdote”.
Otras denuncias recaen sobre el ex nuncio Pío Laghi por su paso por Tucumán. El propio monseñor Plaza fue visto en centros clandestinos.
Cuando la violencia recurre a lo sagrado y viceversa debemos ser precisos en la comprensión y unánimes en el rechazo. Y eso debe estar presente en el recorrido legal e histórico que hagamos.
Los juicios de lesa humanidad, rehacer memorias desde las víctimas y la construcción histórica plural de los contextos sociales, simbólicos y religiosos constituyen tres modalidades diferentes de relacionarnos con nuestro pasado, donde cada una posee su propia racionalidad. Estas tres dimensiones no están separadas sino que coexisten, se disputan y se deslegitiman mutuamente para presentarse cada una de ellas como “la verdadera y única”.
A lo largo de la historia los actores se volcaron de lleno a marcar fronteras simbólicas que dieran sentido a identidades construidas sobre la propia trayectoria.
Esto exigió un activo “trabajo de memoria” en pos de la construcción de un linaje para reinventar la “memoria autorizada”, fundada también en una tradición construida, en el compromiso personal asumido con una comunidad concreta o simbólica. La memoria no es sólo el pasado ni la utopía sólo del futuro.
“Luchar por la memoria” no es simplemente rehacer un pasado sino disputar el control de los imaginarios sociales. Poner en juego la dupla memoria-utopía, pasado-esperanzas colectivas, que se retroalimentan y completan.
En un momento de la historia donde pareciera que se vive un presente continuo y urgente, sin lazos sociales con el ayer ni el mañana, se hace urgente la disputa simbólica de la organización y el dominio del tiempo colectivo. La memoria es un horizonte político, un horizonte de conflicto y un horizonte utópico.
- Por Doctor Fortunato Mallimaci y Miembro de la Comisión por la Memoria. Tiempo Argentino - 19 de mayo de 2011



CINCO NUEVOS TESTIMONIOS SOBRE BERGOGLIO EN 1976
Recordando con ira
El rol del ahora cardenal Bergoglio en la desaparición de sacerdotes y el apoyo a la represión dictatorial es confirmado por cinco nuevos testimonios. Hablan un sacerdote y un ex sacerdote, una teóloga, un seglar de una fraternidad laica que denunció en el Vaticano lo que ocurría en la Argentina en 1976 y un laico que fue secuestrado junto con dos sacerdotes que no reaparecieron. La iracunda reacción de Bergoglio, quien atribuye al gobierno el escrutinio de sus actos.
Por Horacio Verbitsky
Cinco nuevos testimonios, ofrecidos en forma espontánea a raíz de la nota “Su pasado lo condena”, confirman el rol del ahora cardenal Jorge Bergoglio en la represión del gobierno militar sobre las filas de la Iglesia Católica que hoy preside, incluyendo la desaparición de sacerdotes. Quienes hablan son una teóloga que durante décadas enseñó catequesis en colegios del obispado de Morón, el ex superior de una Fraternidad sacerdotal que fue diezmada por las desapariciones forzadas, un seglar de la misma Fraternidad que denunció los casos al Vaticano, un sacerdote y un laico que fueron secuestrados y torturados.
Teóloga con minifalda
Dos meses después del golpe militar de 1976 el obispo de Morón, Miguel Raspanti, intentó proteger a los sacerdotes Orlando Yorio y Francisco Jalics porque temía que fueran secuestrados, pero Bergoglio se opuso. Así lo indica la ex profesora de catequesis en colegios de la diócesis de Morón, Marina Rubino, quien en esa época estudiaba teología en el Colegio Máximo de San Miguel, donde vivía Bergoglio. Por esa circunstancia conocía a ambos. Además había sido alumna de Yorio y Jalics y sabía del riesgo que corrían. Marina decidió dar su testimonio luego de leer la nota sobre el libro de descargo de Bergoglio.

Marina Rubino vive en Morón desde siempre. En el Colegio del Sagrado Corazón de Castelar daba catequesis a los chicos y formaba a los padres, que le parecía lo más importante. “Una vez por mes nos reuníamos con ellos. Era un trabajo hermoso. Esta experiencia duró quince años”. También dio cursos de iniciación bíblica “en todos los lugares no turísticos de la Argentina. Teníamos una publicación, con comentarios a los textos de los domingos, queríamos que las comunidades tuvieran elementos para pensar”. Desde que se jubiló da clases de telar, en centros culturales, sociedades de fomento o casas.

No quiso ingresar al seminario de Villa Devoto porque no le interesaba la formación tomista, sino la Biblia. En 1972 comenzó a estudiar Teología en la Universidad del Salvador. La carrera se cursaba en el Colegio Máximo de San Miguel. En primer año tuvo como profesor a Francisco Jalics y en segundo a Orlando Yorio. Mientras estudiaba, coordinaba la catequesis en el colegio Sagrado Corazón de Castelar, donde también estaba la religiosa francesa Léonie Duquet. “Eran tiempos difíciles. Por hacer en el colegio una opción por los pobres tomándonos en serio el Concilio Vaticano II y la reunión del CELAM en Medellín perdimos la mitad del alumnado. Pero mantuvimos esa opción y seguimos formando personas más abiertas a la realidad y al compromiso con los más necesitados sosteniendo que la fe tiene que fortalecer estas actitudes y no las contrarias.” El obispo era Miguel Raspanti, quien entonces tenía 68 años y había sido ordenado en 1957, en los últimos años del reinado de Pío XII. Era un hombre bien intencionado que hizo todos los esfuerzos por adaptarse a los cambios del Concilio, en el que participó. Después del cordobazo de 1969 repudió las estructuras injustas del capitalismo e instó al compromiso con “la liberación de nuestros hermanos necesitados”. Pero el problema más grave que pudo identificar en Morón fue el aumento de los impuestos al pequeño comerciante y el propietario de la clase media. “Muchas veces hubo que discutir y sostener estas opciones en el obispado y monseñor Raspanti solía terminar las entrevistas diciéndonos que si creíamos que había que hacer tal o cual cosa, si estábamos convencidos, él nos apoyaba”, recuerda Marina. Sus palabras son seguidas con atención por su esposo, Pepe Godino, un ex cura de Santa María, Córdoba, que integró el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo.

Marina cursaba teología en San Miguel de 8.30 a 12.30. No le habían dado la beca porque era mujer, pero como era la coordinadora de catequesis en un colegio del obispado, Raspanti intercedió y obtuvo que una entidad alemana se hiciera cargo del costo de sus estudios. Tampoco le quisieron dar el título cuando se recibió, en 1977. El director del teologado, José Luis Lazzarini, le dijo que había un problema, que no se habían dado cuenta de que era mujer. Marina partió en busca de quien la había recibido al ingresar, el jesuita Víctor Marangoni:

–Cuando me viste por primera vez, ¿te diste cuenta o no de que era mujer?

–Sí, claro, ¿por qué? –respondió azorado el vicerrector ante esa tromba en minifalda.

–Porque Lazzarini no me quiere dar el título.

Marangoni se encargó de reparar ese absurdo. Marina tiene su título pero nunca se realizó la entrega oficial.
La desprotección
Un mediodía, al salir de sus cursos, “lo encuentro a monseñor Raspanti parado en el hall de entrada, solo. No sé por qué lo tenían allí esperando. Estaba muy silencioso, le pregunté si esperaba a alguien y me dijo que sí, que al padre provincial Bergoglio. Tenía el rostro demudado, pálido, creí que estaba descompuesto. Lo saludé, le pregunté si se sentía bien, y lo invité a pasar a un saloncito de los que había junto al hall”.

–No, no me siento mal, pero estoy muy preocupado –le respondió Raspanti.

Marina dice que tiene una memoria fotográfica de aquel día. Habla con voz calma pero se advierte el apasionamiento en sus ojos grandes y expresivos. Pepe la mira con ternura.

“Me impresionó verlo solo a Raspanti, que siempre iba con su secretario”, dice. Marina sabía que sus profesores Jalics y Yorio y un tercer jesuita que trabajaba con ella en el colegio de Castelar, Luis Dourron, habían pedido pasar a la diócesis de Morón. Yorio, Jalics, Dourron y Enrique Rastellini, que también era jesuita, vivían en comunidad desde 1970, primero en Ituzaingó y luego en el Barrio Rivadavia, junto a la Gran Villa del Bajo Flores, con conocimiento y aprobación de los sucesivos provinciales de la Compañía de Jesús, Ricardo Dick O’Farrell y Bergoglio. “Le dije que Orlando y Francisco habían sido profesores míos y que Luis trabajaba con nosotros en la diócesis, que eran intachables, que no dudara en recibirlos. Todos estábamos pendientes de que pudieran venir a Morón. Ninguno de los que conocíamos la situación nos oponíamos. Raspanti me dijo que de eso venía a hablar con Bergoglio. A Luis ya lo había recibido, pero necesitaba una carta en la que Bergoglio autorizara el pase de Yorio y Jalics.”

Marina entendió que era una simple formalidad, pero Raspanti le aclaró que la situación era más complicada. “Con las malas referencias que Bergoglio le había mandado él no podía recibirlos en la diócesis. Estaba muy angustiado porque en ese momento Orlando y Francisco no dependían de ninguna autoridad eclesiástica y, me dijo:

–No puedo dejar a dos sacerdotes en esa situación ni puedo recibirlos con el informe que me mandó. Vengo a pedirle que simplemente los autorice y que retire ese informe que decía cosas muy graves.

Cualquiera que ayudara a pensar era guerrillero, comenta Marina. Acompañó a su obispo hasta que Bergoglio lo recibió y luego se fue. Al salir vio que tampoco estaba en el estacionamiento el auto de Raspanti. “Debe haber venido en colectivo, para que nadie lo siguiera. Quería que la cosa quedara entre ellos dos. Estaba haciendo lo imposible por darles resguardo.”

La teóloga agrega que le impresionó la angustia de Raspanti, “que si bien no podía ser calificado de obispo progresista, siempre nos defendió, defendió a los curas cuestionados de la diócesis, se llevaba a dormir a la casa episcopal a los que corrían más riesgo y nunca nos prohibió hacer o decir algo que consideráramos fruto de nuestro compromiso cristiano. Como buen salesiano se portaba como una gallina clueca con sus curas y sus laicos, cobijaba, cuidaba aunque no estuviera de acuerdo. Eran puntos de vista distintos, pero él sabía escuchar y aceptaba muchas cosas”. Uno de esos curas es Luis Piguillem, quien había sido amenazado. Regresaba en bicicleta cuando se topó con un cordón policial que impedía el paso. Insistió en que quería pasar, porque su casa estaba en el barrio y un policía le dijo:

–Vas a tener que esperar porque estamos haciendo un operativo en la casa del cura.

Piguillem dio vuelta con su bicicleta y se alejó sin mirar hacia atrás. De allí fue al obispado de Morón, donde Raspanti le dio refugio. Los militares dijeron que se había escondido bajo las polleras del obispo. Pero no se atrevieron a buscarlo allí.

–¿Raspanti era consciente del riesgo que corrían Yorio y Jalics?

–Sí. Dijo que tenía miedo de que desaparecieran. No pueden quedar dos sacerdotes en el aire, sin un responsable jerárquico. Pocos días después supimos que se los habían llevado.

De Córdoba a Cleveland

Otro testimonio recogido a raíz de la publicación del domingo es el del sacerdote Alejandro Dausa, quien el martes 3 de agosto de 1976 fue secuestrado en Córdoba, cuando era seminarista de la Orden de los Misioneros de Nuestra Señora de La Salette. Luego de seis meses en los que fue torturado por la policía cordobesa en el Departamento de Inteligencia D2 pudo viajar a Estados Unidos, adonde ya había llegado el responsable del seminario, el sacerdote estadounidense James Weeks, por quien se interesó el gobierno de su país. Este año se realizará en Córdoba el juicio por aquel episodio, cuyo principal responsable es el general Luciano Menéndez. Ahora Dausa vive en Bolivia y cuenta que tanto Yorio como Jalics le dijeron que Bergoglio los había entregado.

Al llegar a Estados Unidos supo por organismos de derechos humanos que Jalics se encontraba en Cleveland, en casa de una hermana. Dausa y los otros seminaristas, que estaban iniciando el noviciado, lo invitaron a dirigir dos retiros espirituales. Ambos se realizaron en 1977, uno en Altamont (estado de Nueva York) y otro en Ipswich (Massachusetts). Recuerda Dausa: “Como es natural, conversamos sobre los secuestros respectivos, detalles, características, antecedentes, señales previas, personas involucradas, etc. En esas conversaciones nos indicó que los había entregado o denunciado Bergoglio”.

En la década siguiente, Dausa trabajaba como cura en Bolivia y participaba de los retiros anuales de La Salette en Argentina. En uno de ellos los organizadores invitaron a Orlando Yorio, que para esa época trabajaba en Quilmes. “El retiro fue en Carlos Paz, Córdoba, y también en ese caso conversamos sobre la experiencia del secuestro. Orlando indicó lo mismo que Jalics sobre la responsabilidad de Bergoglio.”

Los asuncionistas
Yorio y Jalics fueron secuestrados el 23 de mayo de 1976 y conducidos a la ESMA, donde los interrogó un especialista en asuntos eclesiásticos que conocía la obra teológica de Yorio. En uno de los interrogatorios le preguntó por los seminaristas asuncionistas Carlos Antonio Di Pietro y Raúl Eduardo Rodríguez. Ambos eran compañeros de Marina Rubino en el Teologado de San Miguel y desarrollaban trabajo social en el barrio popular La Manuelita, de San Miguel, donde vivían y atendían la capilla Jesús Obrero. De allí fueron secuestrados diez días después que los dos jesuitas, el 4 de junio de 1976, y llevados a la misma casa operativa que Yorio y Jalics. A media mañana Di Pietro llamó por teléfono al superior asuncionista Roberto Favre y le preguntó por el sacerdote Jorge Adur, que vivía con ellos en La Manuelita.

–Recibimos un telegrama para él y se lo tenemos que entregar –dijo.

De ese modo, consiguió que la Orden se pusiera en movimiento. El superior Roberto Favre presentó un recurso de hábeas corpus, que no obtuvo respuesta. Adur logró salir del país, con ayuda del nuncio Pio Laghi, y se exilió en Francia. Volvió en forma clandestina en 1980, convertido en capellán del autodenominado “Ejército Montonero” y fue detenido-desaparecido en el trayecto a Brasil, donde procuraba entrevistarse con el papa Juan Pablo II. El mismo camino del exilio siguió uno de los detenidos en la razzia del barrio La Manuelita, el entonces estudiante de medicina y hoy médico Lorenzo Riquelme. Cuando recuperó su libertad la Fraternidad de los Hermanitos del Evangelio le dio hospitalidad en su casa porteña de la calle Malabia. En comunicaciones desde Francia con quien era entonces el superior de los Hermanitos del Evangelio, Patrick Rice, Riquelme dijo que quien lo denunció fue un jesuita del Colegio de San Miguel, quien era a la vez capellán del Ejército. Está convencido de que ese sacerdote presenció las torturas que le aplicaron, cree que en Campo de Mayo.
El ablande
También como consecuencia de la nota del domingo aceptó narrar su conocimiento del caso un fundador de la Fraternidad seglar de los Hermanitos del Evangelio Charles de Foucauld, Roberto Scordato. Entre fines de octubre y principios de noviembre de 1976, Scordato se reunió en Roma con el cardenal Eduardo Pironio, quien era prefecto de la Congregación vaticana para los religiosos, y le comunicó el nombre y apellido de un sacerdote de la comunidad jesuita de San Miguel que participaba en las sesiones de tortura en Campo de Mayo con el rol de “ablandar espiritualmente” a los detenidos. Scordato le pidió que lo transmitiera al superior general Pedro Arrupe pero ignora el resultado de su gestión, si tuvo alguno. Consultado para esta nota Rice, quien también fue secuestrado y torturado ese año, dijo que eso no hubiera sido posible sin la aprobación del padre provincial. Rice y Scordato creen que ese jesuita se apellidaba González pero a 34 años de distancia no lo recuerdan con certeza.Iracundia
Como cada vez que su pasado lo alcanza, Bergoglio atribuye la divulgación de sus actos al gobierno nacional. Esta semana reaccionó con furia, durante la homilía que pronunció en una misa para estudiantes. En lo que su vocero describió como “un mensaje al poder político”, dijo que “no tenemos derecho a cambiarle la identidad y la orientación a la Patria”, sino “proyectarla hacia el futuro en una utopía que sea continuidad con lo que nos fue dado”, que los chicos no tienen otro horizonte que comprar un papelito de merca en la esquina de la escuela y que los dirigentes procuran trepar, abultar la caja y promover a los amigos. Con este ánimo iracundo inaugurará mañana en San Miguel la primera asamblea plenaria del Episcopado de 2010.
 http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-144092-2010-04-18.htmlJorge Bergoglio entregó a sus propios sacerdotes
DENUNCIÓ NORA CORTIÑAS 
Nora Cortiñas, integrante de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, afirmó que "la Iglesia fue partícipe de la dictadura" militar, al declarar hoy como testigo en el juicio oral y público por delitos de lesa humanidad cometidos en la órbita de la ESMA.

Nora Cortiñas, integrante de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, afirmó que "la Iglesia fue partícipe de la dictadura" militar, al declarar hoy como testigo en el juicio oral y público por delitos de lesa humanidad cometidos en la órbita de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA).

"(Jorge) Bergoglio (actual arzobispo de Buenos Aires y en aquella época Provincial de la Compañía de Jesús) entregó a los propios sacerdotes", dijo la testigo ante el Tribunal Oral Federal Cinco (TOF 5) a cargo del juicio que se realiza en los tribunales de Comodoro Py 2.202, en el barrio Retiro, de esta capital.

"Todos permitieron que torturaran a las embarazadas, pero después se oponen al aborto", agregó Cortiñas al referirse al "desprecio" que padecieron las "madres" por parte de la "alta jerarquía católica y de políticos" en el período en que las juntas militares gobernaron de facto al país tras el golpe de estado del 24 de marzo de 1976.

La testigo comenzó su relato recordando que su hijo Gustavo Cortiñas fue secuestrado el 15 de abril de 1977 y que desde entonces permanece desaparecido.

La mujer brindó detalles de cómo, junto a otras familiares de detenidos-desaparecidos, formó lo que luego fue la organización "Madres de Plaza de Mayo" y los obstáculos y riesgos que tuvieron que afrontar, en particular durante los primeros años.

En tal sentido mencionó los casos de "madres" que fueron privadas de la libertad (y luego aparecieron muertas) como los casos de Azucena Villaflor -fundadora de la organización- y Esther Careaga.

"La represión fue terrible" y "se llevaban a los hijos, a los hijos de los hijos y a las madres que buscábamos a nuestros hijos", enfatizó Cortiñas.

La testigo también aludió al ex capitán de fragata Alfredo Astiz, uno de los sometidos a juicio, cuando mencionó al "hombre joven, apuesto, siempre tostado" y de físico "muy deportivo" que, bajo el falso nombre de Gustavo Niño, en julio de 1977 se infiltró entre las "madres" argumentando que tenía un hermano desaparecido.

"Ibamos a diarios y agencias", comentó Cortiñas, quien dio precisiones sobre la primera solicitada publicada por la organización, con las identidades de desaparecidos.

La mujer también contó las "sugerencias" que recibieron (entre ellas las del ex vicario castrense Emilio Grasseli, a quien la querella pidió que sea citado a declarar) para abandonar la búsqueda de los hijos, "pero todavía seguimos", destacó Cortiñas.

"Nos trataban como las ‘madres comunistas’ y de los subversivos" y "tal vez buscaban que nos volviéramos locas, pero cada día estábamos con mayor claridad", señaló la testigo.

"Se los llevaron -a los hijos desaparecidos- porque querían un país para todos" y para que las autoridades de facto pudieran "implementar un sistema económico neoliberal brutal, que generara pobres muy pobres y ricos muy ricos", agregó Cortiñas.

Cortiñas también mencionó al ex ministro de Economía, José Alfredo Martínez de Hoz "no como el civil que fue puesto por los militares, sino como el civil que puso a los militares".

Además de Astiz, son juzgados el ex jefe de inteligencia de la ESMA, Jorge “Tigre” Acosta, el ex canciller almirante Oscar Montes, Ricardo Cavallo, Juan Azic, Carlos Capdevilla, Julio César Coronel, Adolfo Donda, Juan Carlos Fotea, Manuel García Tallada, Pablo García Velazco, Alberto González, Antonio Pernías, Jorge Radice, Juan Carlos Rolón, Raúl Scheller y Ernesto Weber.

A los procesados se los acusa por un total de 85 delitos de lesa humanidad, entre ellos, además de los casos de Villaflor y Careaga, los de las monjas francesas Alice Domon y Leonie Duquet y el periodista Rodolfo Walsh.

El TOF 5, presidido por Daniel Obligado, está integrado por los camaristas Ricardo Farías y Germán Castelli.
Envío:AexPPCdba.


El pasado oscuro del nuevo Papa
Bergoglio y el terrorismo de Estado
15/03/2013



Menéndez festejó la designación de Bergoglio luciendo el distintivo papal. | Foto: Irma Montiel / Télam

El papa Francisco, ligado en los setenta a la derecha peronista, está acusado por el secuestro de dos jesuitas. Sin embargo el Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel negó que el arzobispo porteño tuviese vínculos con la última dictadura.

En declaraciones a BBC Mundo, el referente histórico de los derechos humanos Adolfo Pérez Esquivel, negó que el cardenal Jorge Bergoglio, recién elegido como Sumo Pontífice de la iglesia católica, tuviese vínculos con el régimen militar que gobernó a Argentina entre 1976 y 1983.

“A Bergoglio se le cuestiona porque se dice que no hizo lo necesario para sacar de la prisión a dos sacerdotes, siendo él el superior de la congregación de los jesuitas. Pero yo sé personalmente que muchos obispos pedían a la junta militar la liberación de prisioneros y sacerdotes y no se les concedía”, añadió Pérez Esquivel.

El primer papa americano está acusado de complicidad en el secuestro de los jesuitas Orlando Yorio y Francisco Jalic, que permanecieron cautivos durante cinco meses en la Esma.

En mayo de 1976, el entonces provincial de los jesuitas relató que les ofreció a ambos refugio en la casa de los jesuitas, pero los dos sacerdotes decidieron continuar sus labor social en barrios humildes, cuando fueron secuestrados, torturados y finalmente liberados el 24 de octubre de 1976.

Desde 1972 Bergoglio militó en Guardia de Hierro, una agrupación justicialista caracterizada por la ortodoxia. Esta organización paramilitar fue una escuela de cuadros de la derecha peronista e intervino posteriormente en la apropiación de bienes de desaparecidos.

Colores papales
En la nueva audiencia del juicio de la mega causa por crímenes de lesa humanidad en el centro clandestino de La Perla, que tuvo lugar este jueves en Córdoba, los imputados ‒entre los que se encuentra Luciano Benjamín Menéndez‒ usaron el distintivo papal, en homenaje a la elección de Jorge Bergoglio como Sumo Pontífice.
Fuentes: Infonews, BBC Mundo, Télam
Fuente:RedaccionRosario


COMO CARDENAL FUE UN CONSERVADOR EN TERMINOS MODERADOS PERO MUY POLEMICOS RESPECTO DE TODOS LOS TEMAS
Gestos del Papa para vaticanistas escépticos
Acusado de retirar la protección de la Iglesia a dos curas que habían sido secuestrados y luego torturados por los militares, también demostró una personalidad austera, con mucho manejo de la política y capacidad de conducción.
Por Eduardo Febbro
Desde Ciudad del Vaticano
“Sin Jesucristo, podemos ser una ONG piadosa, pero no la Iglesia”, dijo Francisco en su primera misa.Imagen: EFE.
Jorge Bergoglio instaló su papado con un par de gestos simples y un nombre que convirtió su designación como Sumo Pontífice en un programa de gobierno de la Iglesia: Francisco. Quiso expresar así humildad, sencillez, cero aparato. Todo demasiado nuevo para juzgar tan rápido, pero el papa argentino, cuyo nombramiento puso fin a trece siglos de dominación europea en los papados, cautivó con sus primeros gestos a los vaticanistas más escépticos. Pero en Argentina, más allá del Vaticano, la actuación de Bergoglio como cardenal primado lo mostró como un hombre conservador en términos moderados, pero muy polémicos en relación con todos los temas, en especial con la actuación de la Iglesia argentina durante la dictadura militar. Bergoglio incluso fue acusado de retirar la protección de la Iglesia a dos curas que habían sido secuestrados y luego torturados por los militares. Ayer mismo a la tarde, un grupo de represores que están siendo juzgados en la ciudad de Córdoba, encabezados por el oscuro general Menéndez, se presentó en el tribunal con escarapelas vaticanas para demostrar su satisfacción por la designación de Bergoglio.

Sin embargo, también demostró una personalidad austera, con mucho manejo de la política y capacidad de conducción. Tres rasgos que son muy valorados en este momento en el Vaticano. Ferruccio Pinotti, autor de una sobresaliente investigación sobre el lobby religioso y financiero Comunión y Liberación, Il Lobby de Dio, comentó a Página/12 que la llegada de Bergoglio es una “revolución de gran alcance que rompe con la política aplicada desde Juan Pablo II”. Ezio Mauro, director del diario La Repubblica, ve en el nombre del nuevo papa la personificación de la transformación global que se avecina: “El signo más inequívoco del cambio es el nombre, Francisco, un nombre que ningún papa usó jamás. El nombre es como un proyecto en sí al cual el papa no podrá sustraerse. Su primer acto consistió en pedir a quienes estaban en la Plaza San Pedro que lo bendijeran. Esto es el signo de una propuesta para un camino común”.

El camino que emprendió Francisco contrasta con el de sus antecesores. Ayer fue a rezar a la basílica Santa María la Mayor en un simple Ford, o sea, un auto menos lujoso que el ScV 001 que la Santa Sede pone a disposición de los papas. Según reveló el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, Bergoglio fue hasta la Casa del Clero donde residía, recogió sus pertenencias y “pagó la cuenta para dar el ejemplo”. Recién ayer comenzaron a filtrarse algunas informaciones sobre las razones que desembocaron en la elección de Bergoglio. El cardenal francés Jean-Pierre Ricard contó a la prensa que los cardenales que se reunieron en cónclave estaban en busca de un papa capaz de ser a la vez un pastor y un hombre lleno de espiritualidad:

“Pienso que con el cardenal Bergoglio hemos encontrado ese tipo de persona. Es un hombre con mucho intelecto, pero también un hombre de gobierno”.

Estos planteos que circulan por un Vaticano casi medieval después de los papados de Juan Pablo II y Benedicto XVI, con escándalos sexuales y de corrupción financiera, muestran la figura de este jesuita como la contracara de esa situación y la posibilidad de componerla. Si a la gran mayoría de los observadores el nombramiento de Bergoglio les resultó una sorpresa, algunos conocedores de las entrañas vaticanas argumentan que la llegada de Bergoglio responde a una estrategia que se estuvo elaborando desde bastante tiempo. Ezio Mauro, el director de La Repubblica, comentó al respecto que “la Iglesia estaba preparando desde hacía algún tiempo el ascenso de Bergoglio. Recordemos que en el cónclave pasado le disputó la silla de Pedro a Benedicto XVI. Ante el coraje impotente de Benedicto, esta elección fue una decisión de romper con el pasado, un cambio en la geopolítica de la fe. Bergoglio es el resultado de la necesidad de dar vuelta la página respecto del poder de la curia hecho de múltiples escándalos. Este papa romperá con la potestad del poder y del dinero. Recordemos en este sentido todos los escándalos en los que apareció vinculado el Banco del Vaticano, el IOR”. Ferruccio de Bortoli, el director del influyente Corriere della Sera, no está lejos de pensar lo mismo: “Se abre un escenario completamente nuevo. Es una derrota de la curia, que ahora estará obligada a renovarse”.

Es difícil compaginar esta actitud hacia dentro de la Iglesia con la proyección de este nuevo papa hacia el mundo y sobre todo hacia América latina. Sus antecedentes lo muestran en tensión muy fuerte con los gobiernos progresistas de la región. América latina sobresale en los últimos tiempos como la región donde más han mejorado los índices sociales. Y la Iglesia, incluyendo a Bergoglio en Argentina, no acompañó esos procesos al priorizar por sobre las políticas sociales sus diferencias en los temas de derechos humanos, de género y de igualdad sexual.

El cardenal francés, Jean-Pierre Ricard, reveló también durante las reuniones preparatorias de cara al cónclave, que Bergoglio les dijo a los demás prelados que la Iglesia no podría encarnar realmente a Cristo si se consagraba únicamente a sus problemas “internos”. Su misión consiste ahora en dirigirse a los hombres y mujeres que se alejaron de ella. Los vaticanistas de la prensa italiana alegan también que el escándalo a que dio lugar la publicación de los documentos secretos del papa Benedicto XVI, es decir, los Vatileaks, tuvo una influencia decisiva en la elección de Bergoglio y la derrota del sector italiano, o sea, del arzobispo de Milán, monseñor Angelo Scola. La espantosa radiografía que surgió de allí con el retrato de prelados corruptos, empeñados en violentas pugnas de poder, sumergidos en oscuras cuestiones financieras o supuestos chantajes sexuales arrojaron una sombra insalvable sobre el ala italiana de la curia.

“Francisco continuará con la solidez doctrinal de Ratzinger, pero dará signos fuertes de apertura y de cambio”, asegura Ezio Mauro. Los signos inaugurales de esa doctrina fueron expuestos en la Capilla Sixtina durante la primera misa del pontificado celebrada ante los cardenales que lo eligieron. Bergoglio dijo a los cardenales que fuesen “irreprochables” al tiempo que interpeló a la Iglesia para que no olvide ni sus “raíces” ni a “Jesucristo”, de lo contrario podrá ser “una ONG piadosa, pero no la Iglesia”. Francisco pareció decir que la Iglesia se había olvidado de su propio sendero y que ello explicaba en parte la crisis actual: “Nuestra vida es un camino, y cuando nos paramos la cosa no va”, dijo en la Capilla Sixtina. El Papa también habló de la necesidad de edificar la Iglesia con “piedras fuertes, vivas” porque si no ocurre “lo que les sucede a los niños en la playa cuando hacen castillos de arena”.

Algunas acciones ya están en las imágenes: su encontronazo con el servicio de seguridad del Vaticano, su insistencia en no exponerse con ropas de oro y detalles ostentosos, y un hecho mayor destacado por el padre rebelde y escritor Paolo Farinella. Francisco pronunció la palabra “pueblo” en su primera declaración en la Plaza San Pedro. Farinella dice: “Después de 35 años, por primera vez, se oyó en San Pedro, en la boca de un Papa, la palabra ‘pueblo’ que había sido borrada de los documentos oficiales de Juan Pablo II y Benedicto XVI”. Electo papa con la meta de terminar con los legados de sus predecesores y la cultura con la cual Juan Pablo II impregnó a la Iglesia, Francisco no puede volver a encarnar al “papa político” e imitar a Juan Pablo II en su cruzada contra el comunismo.

Sus confrontaciones en la Argentina contrastan con la imagen de humildad y sabiduría que emana en los medios de Occidente. Que Bergoglio haya puesto en tela de juicio y con términos muy violentos la sanción de la ley sobre el matrimonio igualitario no es un hecho excepcional: es la línea de la Iglesia en todos los países del mundo. Hace unas semanas, Francia aprobó una ley semejante y sus principales adversarios fueron los obispos y cardenales que organizaron la oposición desde las sombras. El problema sería que use su enorme poder simbólico como lo empleó Juan Pablo II para ir en contra de los procesos de cambio que se dan en varios países de América latina. Allí, Bergoglio se saldría de la senda del pastor para volver al camino del guerrero político. “Que Dios los perdone”, dijo Bergoglio a los cardenales cuando cenaba por primera vez con ellos después de su elección.

Los imperdonables están mencionados en los dos volúmenes copiosos del expediente sobre Vatileaks que lo esperan en su mesa de trabajo. Esa será su gran prueba de fuego. En Roma dicen que Bergoglio es un punto de ruptura en la Iglesia porque corta el ciclo de la Iglesia eurocéntrica y abre el cielo y la tierra a la Iglesia Universal, a la Iglesia periférica que sigue siendo más fiel al cristianismo que las que están en las sociedades opulentas de Occidente. En ese sentido sus antecedentes en Argentina parecieran mostrarlo con un perfil más conservador del que se le da aquí en el Vaticano donde algunos respiran por la llegada de aires nuevos.



ANTES LOS JESUITAS TENIAN 67 OBISPOS Y SEIS CARDENALES, AHORA UN PAPA
Rigor, pobreza y humildad
A través del nombramiento de Francisco, la Compañía de Jesús fundada en 1540 por Ignacio de Loyola llega a la cúspide del poder vaticano. Su compromiso con las causas sociales tuvo un costo alto en pérdidas humanas.
Por Eduardo Febbro
Desde Ciudad del Vaticano
Vista de la Capilla Sixtina durante la primera misa que ofreció el papa Francisco.
Sentido de la organización, rigor intelectual, cualidades doctrinales, votos de pobreza y humildad, los jesuitas reúnen una suma poco alcanzada de cualidades pero son, hoy, objeto de una gran contradicción: el poder no es ni un objetivo ni una ambición escondida. Sin embargo, a través del nombramiento del papa Francisco, la Compañía de Jesús, fundada en 1540 por Ignacio de Loyola, llega a la cúspide del poder vaticano. Los jesuitas han contado con personalidades muy influyentes en la historia religiosa, con intelectuales de mucha gravitación que no ocuparon el poder. En el siglo XX, varias figuras jesuitas marcaron la Iglesia: entre estas figuran los padres Teilhard de Chardin, Lubac, Daniélou y Rahner, cuya participación marcó de manera decisiva toda la construcción teológica de Vaticano II. Pero después de la elección de Juan Pablo II, la Compañía de Jesús perdió parte de su influencia. El entonces Papa los aisló. Ahora vuelven al primer plano. Sus fuerzas actuales crecieron de pronto: antes contaban con 67 obispos y seis cardenales pero ahora tienen un papa.

Los jesuitas son una orden muy importante con una presencia de más de cinco siglos en el seno del catolicismo. A menudo considerada como una Iglesia dentro de la Iglesia, la Compañía de Jesús se vio acusada de montar poderes paralelos para socavar la autoridad del papa de turno o apoyar tendencias “maliciosas”. En algunos momentos de la historia al padre general de los jesuitas se le puso el apodo de “Papa Negro”. Sus compromisos con las causas los llevaron a veces a pagar un tributo muy alto en vidas humanas. Siempre apoyaron la Teología de la Liberación y durante la guerra que azotó a América Central en los años ’80 se comprometieron hondamente con la defensa de los derechos humanos. Su postura desembocó en el asesinato de cinco jesuitas en El Salvador, en 1989. Un pelotón de la fuerza armada de El Salvador, al mando del coronel René Emilio Ponce, asesinó a los jesuitas Ignacio Martín Baró, Segundo Montes, Amando López, Juan Ramón Moreno Pardo, Joaquín López y López y el filósofo y teólogo español Ignacio Ellacuría. En el comunicado difundido luego de la designación de Bergoglio, el padre general de los jesuitas, Adolfo Nicolas, saludó un hecho que, escribió, interviene “en un momento crucial de la historia”. El reconocimiento a la nueva autoridad papal fue total: “El nombre de Francisco con que desde ahora lo conocemos, nos evoca su espíritu evangélico de cercanía a los pobres, su identificación con el pueblo sencillo y su compromiso con la renovación de la Iglesia”, dice Adolfo Nicolas.

Con todo, el ascenso de Bergoglio es paradójico porque se plasma en un momento en que los jesuitas estaban en caída libre. Desde que Benedicto XVI asumió la jefatura de la Iglesia los jesuitas perdieron cerca de 1200 miembros. Hoy cuentan con poco menos de 20 mil miembros pero conservan una sólida red de 200 universidades y 700 colegios a través del mundo. Los jesuitas difieren en la interpretación que ellos les dan a las palabras usuales en el catolicismo: para la Compañía de Jesús, por ejemplo, evangelización quiere decir antes que nada ayudar a los más necesitados y consagrar buena parte de los recursos a propulsar la enseñanza y la investigación en el ámbito científico. El jesuita más conocido del mundo, después del papa actual, es el aún portavoz del Vaticano, Federico Lombardi. El poder de la Compañía de Jesús dentro de la ciudad papal es curioso: tienen bajo su control medios de comunicación como la Radio Vaticana y la universidad pontificia más prestigiosa del mundo, la Gregoriana. Los jesuitas también se han destacado en los últimos años por su férrea denuncia contra los abusos sexuales cometidos por religiosos. La revista jesuita La Civiltà Cattolica ha sido uno de los medios de comunicación más críticos y duros contra esas prácticas y el silencio oficial con que se protegió a sus autores.



PRIMER SERMON DE FRANCISCO
“Caminamos en la luz”
El papa Francisco abogó por una Iglesia Católica con coraje para caminar y volcada a su misión evangelizadora, al oficiar su primera misa como pontífice en la Capilla Sixtina luego de su histórica elección. “Sin Jesucristo, podemos ser una ONG piadosa, pero no la Iglesia”, dijo el argentino Jorge Mario Bergoglio, quien anteayer se convirtió en el primer papa latinoamericano y jesuita desde la fundación de la Santa Sede y el primero no europeo en 1300 años. El flamante papa, que habló en italiano y sin la ayuda de apuntes, centró su homilía en tres conceptos: “Caminar, edificar y confesar”. En la misa, que clausuró oficialmente el cónclave, el papa Francisco, que tomó su nombre inspirado en San Francisco de Asís, conocido como el “santo de los pobres”, también dijo que la Iglesia debe huir de lo mundano y centrarse más en los Evangelios.

Bergoglio, de 76 años, fue elegido pontífice en un momento convulso para la Iglesia Católica, que por primera vez en 600 años asistió a la renuncia de un papa y a la publicación en la prensa, el año pasado, de documentos vaticanos secretos que revelaron internas y serios desmanejos en la Santa Sede. El hasta anteayer cardenal primado de Argentina y arzobispo de Buenos Aires fue ungido en la quinta votación del cónclave, que comenzó el martes pasado y fue uno de los más breves de los últimos años. “Que Dios los perdone por lo que hicieron”, les dijo a los cardenales que lo convirtieron en papa al dirigirles unas palabras en la cena posterior a su presentación al mundo en la plaza de San Pedro.

“Caminamos en la luz del Señor. Y esto es lo primero que Dios ha dicho a Abraham: ‘Camina en mi presencia’”, dijo Bergoglio en su primer sermón como papa. “Nuestra vida es un camino, y cuando nos paramos la cosa no va”, subrayó el Sumo Pontífice con un lenguaje coloquial y gesticulando. Cuando se habla de edificar la Iglesia, las piedras tienen que tener consistencia, pero ser piedras vivas, añadió el sucesor número 266 desde San Pedro, el apóstol cuyo nombre significa “piedra” y al que Jesús dijo una vez: “Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”.

“Edificar la Iglesia, la esposa de Cristo, su piedra angular. Es otro movimiento de nuestra vida”, remarcó el papa Francisco. “Podemos caminar, edificar, pero si no nos confesamos a Jesucristo la cosa no va”, añadió. “Cuando no se confiesa a Jesucristo, se confiesa a la mundanidad del diablo”, advirtió también el religioso. “Cuando caminamos, edificamos y confesamos sin la cruz, no somos discípulos del Señor. Hay que tener el coraje de caminar con la cruz del Señor y edificar la Iglesia con la sangre de Cristo”, proclamó.
El rezo matinal y la misa vespertina fueron las primeras actividades oficiales de Bergoglio como papa. Una de las prioridades del obispo de Roma, conocido por su austeridad y sencillez pero también por su ecumenismo, fue mostrar además su interés en el diálogo y el fortalecimiento de puentes con otras religiones.
Fuente:Pagina12

15.03.2013
"Caminar, edificar, proclamar" fue el lema que deslizó el Papa en su homilía inaugural ante los cardenales que lo votaron 
Francisco pidió construir una nueva Iglesia para "no ser una ONG piadosa" 
Jorge Bergoglio ya comienzan a diferenciarse en el Vaticano. En su primera salida visitó la Capilla Paulina y dejó flores a la Virgen en el altar. "Que Dios los perdone por lo que hicieron", bromeó a los cardenales que lo eligieron como nuevo Sumo Pontífice. 
Por: Dolores Álvarez
El argentino Jorge Bergoglio ofició ayer su primera misa como Papa Francisco en la Capilla Sixtina del Vaticano y dejó entrever cuáles serán las principales líneas de su pontificado. "Caminar, edificar, construir y confesar", resumió el primer latinoamericano en ocupar el máximo cargo en la Santa Sede, quien además destacó la necesidad de hacer todo "en presencia del Señor" porque "sin Jesucristo, podemos ser una ONG piadosa, pero no la iglesia”. Por la mañana, Bergoglio había visitado una Iglesia y concurrido al hotel en el que estuvo hospedado antes del Cónclave para pagar su cuenta. Sin guardias, ni cruz de oro, ni grandes escenas, saludó a los curiosos y volvió a la Casa Santa Marta donde lo esperaban los 114 cardenales que el miércoles lo aclamaron nuevo líder de la Iglesia Católica.

"Cuando no se camina, nos paramos. Cuando no se edifica con piedras, ¿qué pasa? Pasa lo que les pasa a los niños en la playa cuando hacen castillos de arena. No hay consistencia", señaló Francisco ante los cardenales. Pero el Papa 266 fue aún más allá y destacó que todo debe ser hecho "en presencia del Señor, a la luz del Señor". Porque "si no nos confesamos en Jesucristo, la cosa no funciona. Nos convertiremos en una ONG piadosa, pero no en la Iglesia, esposa del Señor", agregó.

"Las tres líneas de la Iglesia son caminar, edificar y proclamar", concluyó, en lo que se pareció mucho a un programa de gobierno.

Así finalizó Bergoglio su primer día como Sumo Pontífice, una jornada que pese a lo inédito tuvo sabor a cotidianidad. A las ocho de la mañana del día después de su elección, Francisco visitó la Iglesia de Santa Maria Maggiore, una de las principales basílicas de la capital italiana. Su primera salida de los muros vaticanos consistió en media hora de rezo y oración en la Capilla Paulina y de una visita a la Virgen a quien le llevó un ramo de flores que depositó en el altar.

Luego de una breve pausa en la tumba de San Pío V, Bergoglio saludó a los curiosos que lo esperaban a la salida de la iglesia y a un grupo de chicos que le gritaba desde el balcón de una escuela. El Obispo de Roma estuvo acompañado por el prefecto de la casa pontificia, George Gaenswein, hasta hace pocos día la mano derecha del ahora Papa Emérito, Benedicto XVI.

"Misericordia, misericordia, misericordia" fueron las primeras palabras en público del Papa Francisco, según Ludovico Melo, confesor de la basílica. "Ustedes son los confesores –dijo el Pontífice, según el sacerdote– entonces sean misericordiosos hacia las almas que lo necesitan".

Más que un encuentro con el Papa, "fue un encuentro con un padre", aseguró luego de la visita Melo, quien espera que el Pontífice sea "el alma franciscana de la Iglesia, con la simplicidad, la espontaneidad y la paternidad del Santo de Asís, que nunca tuvo miedo y hablando con los humildes y soberanos llevó la palabra de Dios a todo la gente".

Después, "en un auto de la Gendarmería, sin ningún cortejo", como informó el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, el Papa fue a la Casa del Clero –donde reside habitualmente durante sus visitas a Roma y donde se alojó en los días previos al Cónclave– para buscar sus efectos personales, saludó a todo el personal de la residencia y pagó la cuenta, como cualquier común mortal. Lo hizo "para dar un buen ejemplo", explicó el vocero vaticano a la prensa.

El detalle del pago de la factura por su alojamiento se suma a su decisión del miércoles de viajar en minibús junto a los cardenales tras ser escogido Papa, en lugar de hacerlo en la limusina papal y al hecho de haber rechazado usar una cruz de oro como Sumo Pontífice, prefiriendo seguir con una de madera que retrata a Cristo cargando sus ovejas. Gestos que hicieron que varios medios de prensa internacionales lo catalogaran como "el Papa de los pobres".

Al cierre de la extenuante jornada, el vocero Lombardi reveló otro detalle que ilustra el carisma que despliega el nuevo Pontífice. Sus primeras palabras a los cardenales tras ser elegido Papa. "Que Dios los perdone por lo que hicieron", bromeó en la cena posterior a su saludo en la Plaza San Pedro.
Fuente:TiempoArgentino

1 comentario:

Ateo666666 dijo...

Vamos que este papa va a tener un pleno al quince con los tres ogros de la curia vaticana: obsesión homófoba, complicidad con el fascismo y ahora colaboración en el robo de bebés. http://diario-de-un-ateo.blogspot.com.es/2013/03/cuanta-razon-tiene-francisco-i-con-su.html